martes, 2 de octubre de 2007

El cuerno del Unicornio y el efecto placebo

En la historia de la Medicina se presentan muchos ejemplos que nos indican que la historia del tratamiento médico es la historia del efecto placebo. Se puede definir el efecto placebo como la reducción de los síntomas de un paciente como resultado de la percepción de éstos de estar recibiendo una intervención terapéutica.

Antes de la llegada de los fármacos en el siglo XX, era el arma más potente de la Medicina contra la enfermedad. Excrementos de cocodrilo, aceite de gusano, sangre de lagarto y hasta ser tocado por el Rey eran medicinas usadas entre el siglo XVI y el XIX. Y entre todos los remedios el más buscado por Papas, Reyes y nobles, era el Cuerno del Unicornio.

Durante el siglo XVI el cuerno del Unicornio se vendía como remedio curalotodo. Era ansiado por todos los poderosos. Sus virtudes, entre otras, iban desde antídoto contra venenos, remedio contra problemas estomacales, epilepsia, mareos, fiebre, impotencia, etc. Y aunque fuera un animal fantástico, muchos curanderos vendían a sus clientes la materia prima, cuando en realidad eran dientes de narval, cuernos de rinoceronte o marfil.


Los compradores a veces lo sometían a diversas pruebas para demostrar sus poderes curativos. Entre otras ponían el cuerno en un recipiente con varios escorpiones y esperaban varias horas. Si los escorpiones morían el cuerno era auténtico. O dibujaban un círculo “mágico” con el cuerno y colocaban una araña dentro para comprobar que la araña no lo cruzase.

La cuestión es que aunque existiesen esas pruebas casi nadie las realizaba, fiándose del testimonio de los vendedores, o simplemente por el hecho de no poner en duda la autenticidad del cuerno por si esto anulaba sus cualidades (hay que pensar que la Europa Medieval el Unicornio estaba ligado al cristianismo, hasta el punto que llegó a ser una representación de Cristo, significando castidad y pureza, por lo que no estaría bien visto dudar de sus cualidades).






Dama con Unicornio, de Rafael (1505-06 Galería Borghese - Roma)


La persona que acabó con el mito del cuerno del Unicornio fue el francés
Ambroise Paré (1510-1590). Médico y cirujano (considerado el padre de la cirugía moderna) tenía como pacientes a reyes, entre otros Enrique II de Francia y su esposa, Catalina de Medicis, y gracias a éstos tuvo acceso a cuernos de Unicornio. Paré puso a prueba los distintos test para demostrar la veracidad de los cuernos, y no dieron resultado alguno: cuando se acercaban al cuerno plantas venenosas, éstas no se marchitaban y estallaban; cuando se remojaba el cuerno en agua, ésta no entraba en ebullición; cuando se ponía con escorpiones o arañas, los artrópodos no parecían impresionarse.

En palabras del propio Paré: "aseguro, después de haberlo probado varias veces, no haber conocido jamás ningún efecto del cuerno pretendidamente de unicornio. Si alguno no desea creerme, que haga los experimentos como yo, y conocerá la verdad contra la mentira".

Paré publicó los resultados de sus investigaciones en su "Discurso del Unicornio", donde explicaba las prácticas terapéuticas contradicatorias que el llamaba “promesas imposibles”. Asimismo relata sus dudas sobre el mito del Unicornio, hablando de los distintos animales que podrían haber contribuido a la leyenda, y poniendo en duda los relatos y descripciones.

Paré en el Discurso del Unicornio nos recuerda un caso concreto:

"Hace poco tiempo, una mujer pobre pidió agua de unicornio. Resultó que (la mercader) la había dado toda, pero no quería hacer esperar a esta pobre mujer que, con las manos entrelazadas, le rogaba que se lo diera para detener el eczema que cubría todo el rostro de su pequeño infante.

En lugar del agua de unicornio, la mercader le dio agua de río en la que no había remojado el cuerno del unicornio. Sin embargo, esta agua de río tuvo éxito en curar la enfermedad del bebé, y durante los diez o doce días siguientes, la pobre mujer vino a darle las gracias a Madam la Mercader por su agua de unicornio, diciéndole que su niño estaba totalmente curado"

El cuerno del Unicornio no desapareció de las farmacopeas europeas hasta mediados del Siglo XVIII ...

¿Cuántas veces un paciente se ha curado “milagrosamente” siguiendo un tratamiento “falso” sólo por creer en él?


Fuentes:
www.laverdad.es
Wikipedia

8 comentarios:

Anónimo dijo...

La fe mueve montañas dicen. Además, el paciente debe creer en la curación sino se hace casi imposible que se logre el efecto deseado.

Recuerdo un libro de Eslava Galán titulado "En busca de unicornio" que se basaba en el mito del cuerno de este animal mitológico.

un abrazo.

BUDOKAN dijo...

Me fascinan este tipo de relatos que encierran valores de leyenda. Muy bueno este particularmente que nos traes sobre el efecto placebo. Saludos!

Antonio Ruz dijo...

Sin duda alguan este es el método que utilizan los curanderos y los predicadores, los cuales en algunas ocasiones curan verdaderamente a personas, pero en realidad ha sido su propio cuerpo el que, estimulado, ha reaccionado.

Por eso, cuanto mas parafernalia montan, mas se sugestionan las personas y mas resultado obtienen.

El problema viene cuando verdaderamente tienen enfermedades físicas y los pobres se hacen ilusiones, entonces falla todo el montaje.

miguelangel dijo...

El "efecto placebo" sigue siendo uno de los grandes misterios de la medicina.

Podríamos comparar el mito del unicornio con las peregrinaciones a Lourdes, por ejemplo. Por eso lo he utilizado, ya que refleja el poder de la creencia en un mito y su dificultad a la hora de erradicarlo de la cultura popular.

Lo que está claro es que el cerebro es una gran farmacia, y por eso es fundamental su estudio, ya que cuanto mejor lo conozcamos, mejor combatiremos determinadas enfermedades.

Prudencio Salces dijo...

Chico, es extraordinaria tu bitácora por lo instructiva y variada. Mi enhorabuena, pues me gustó sobremanera la página dedicada a Alicia en el País de las Maravillas. Comprenderás que, si sabes quien soy, estoy más cerca de la literatura que de las ciencias. Pero yo me pregunto: ¿quién será este Miguel Ángel de Montalbán que tanto sabe y tan bien escribe?
Salud

Myriam dijo...

si es que incluso con medicinas que se sabe que funcionan si el paciente no quiere, no se cura..
es lo bueno de hacer pruebas con ratas, que ellas no saben lo que es el efecto placebo..jajaja
muy interesante tu entrada

Anónimo dijo...

Con respecto a tu pregunta en mi bitácora si el gentilicio de Talbania debe ser uno u otro, pues pienso que ni por asomo tiene por qué haberlo. Las ciudades literarias, es decir ficticias, se expanden, si llegan a hacerlo, por sí solas y por las cosas que allí ocurran. Las personas que allí viven sí tienen nombre y apellidos, comos los Buendía. Pero el gentilicio me da a mí que es cosa administrativa más que de la imaginación o el espíritu. Que es lo que se procura. ¿Has leído “Pedro Páramo” de Juan Rulfo? Ahí están los misterios de Comala.

No obstante de mi parecer, Bernardo Atxaga llamó Obabakoak a las “gentes de Obaba”, según le oí por entonces. Por su parte, un montalbeño cualquiera se hace llamar “talbanés” sin tener la delicadeza de citar la fuente, que no es otra que “La república hablanera” que conocerás. Para más inri del autor de este libro sobre el habla de Montalbán, el tal “talbanés” (excusa la cacofonía) hasta ha llegado a arrogarse la formación de la palabra talbania soslayando decir, otra vez, quién la formó.

Por último, me alegra saber quién eres, y disculpa si he metido las narices en tu intimidad internetera.

Con mi felicitación por tus Antrópicos
Pruden

http://www.historiasdetalbaniaprudenciosalces.blogspot.com/

Jabberwoky dijo...

Todo un cambio de época! del mito seguro, inexplicable, a la esfera científica, sintética. Bueno! al menos se dejaron de matar unicornos...